Si se tienen en las sensaciones que producen las visitas a
sus casas se podría concluir que Sorolla fue un gran artista, Galiano fue un
gran coleccionista y el marqués de Cerralbo era un comprador compulsivo con no
muy buen gusto.
Sin embargo, el ambiente sobrecargado del palacio del marqués
es el que más sorprende y su visita es altamente recomendable. La posibilidad
de hacer fotografías sin flash se agradece ya que son muchos los rincones y los
objetos que dan juego. Destacan el salón de baile, la escalera y el imponente mobiliario.
Por su parte la casa de Joaquín Sorolla es un lugar íntimo, envidiable,
pensado por el pintor como su espacio propio y mantiene su espíritu y su
sensibilidad artística en cada espacio. Con solo disfrutar de sus jardines, la
visita ya vale la pena. Para los amantes de la pintura, y en especial para los
admiradores del artista valenciano, es una cita ineludible y repetible. Se
llevarán recuerdos y fotografías de alto valor sentimental.
La vivienda de José Lázaro Galdiano por su parte, se ha
transformado en un clásico museo de vitrinas poco iluminadas y espacios acondicionados
para la exposición de numerosos objetos. Muchos son valiosos y preciosos pero
la experiencia para el visitante, y la prohibición de sacar fotos ayuda a ello,
resulta poco emocionante. Los argentinos identificarán una pequeña figura entre
los miles de objetos expuestos: la imagen de Bernardino Rivadavia, el de los
cuadernos.
@gustavojaviervazquezalvarez
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