sábado, 8 de diciembre de 2012

Palacios-museo de Madrid


Si se tienen en las sensaciones que producen las visitas a sus casas se podría concluir que Sorolla fue un gran artista, Galiano fue un gran coleccionista y el marqués de Cerralbo era un comprador compulsivo con no muy buen gusto. 
Sin embargo, el ambiente sobrecargado del palacio del marqués es el que más sorprende y su visita es altamente recomendable. La posibilidad de hacer fotografías sin flash se agradece ya que son muchos los rincones y los objetos que dan juego. Destacan el salón de baile, la escalera y el imponente mobiliario. 

Por su parte la casa de Joaquín Sorolla es un lugar íntimo, envidiable, pensado por el pintor como su espacio propio y mantiene su espíritu y su sensibilidad artística en cada espacio. Con solo disfrutar de sus jardines, la visita ya vale la pena. Para los amantes de la pintura, y en especial para los admiradores del artista valenciano, es una cita ineludible y repetible. Se llevarán recuerdos y fotografías de alto valor sentimental.


La vivienda de José Lázaro Galdiano por su parte, se ha transformado en un clásico museo de vitrinas poco iluminadas y espacios acondicionados para la exposición de numerosos objetos. Muchos son valiosos y preciosos pero la experiencia para el visitante, y la prohibición de sacar fotos ayuda a ello, resulta poco emocionante. Los argentinos identificarán una pequeña figura entre los miles de objetos expuestos: la imagen de Bernardino Rivadavia, el de los cuadernos.
@gustavojaviervazquezalvarez

domingo, 15 de julio de 2012

El legado de los negros en la cultura argentina


La historia oficial de Argentina reduce la presencia de los negros a simples vendedores de mazamorra en los días de la Revolución de Mayo, allá por 1810.
Nada se dice de la vida y las costumbres del grupo que representaba entre el 30% y 50% de la población. Sin embargo, a partir de la crisis económica y social que azotó al país a finales de 2001, la sociedad argentina ha comenzado a buscar sus raíces, a mirar a atrás, a valorar lo propio. Este movimiento de autoconocimiento no pudo pasar por alto la influencia en la cultura argentina que han desempeñado los africanos y sus descendientes.
Tal vez no tan evidente como en Brasil o Cuba, pero nuestros antepasados africanos han dejado su huella en muchos ámbitos de la cultura, por ejemplo en la música. Si los ritmos africanos, como el candombe, casi desaparecieron, sus influencias han modelado un ritmo tan argentino como el tango. El negro aportó el ritmo de sus  tambores y la coreografía de la pareja separada a músicas y bailes,  que luego evolucionarían hasta el tango tal como hoy lo conocemos. Inclusive etimológicamente, muchos consideran el origen africano de la palabra tango como el más probable.
Siguiendo con las palabras, las lenguas africanas han aportado mucho al vocabulario habitual de los argentinos. Candombe, matungo, dengue, mucama y quilombo son algunos ejemplos. En otros aspectos de la cultura popular como la culinaria, se puede destacar la aportación de las achuras, el mondongo, la mazamorra y el locro.
La presencia de afrodescendientes en la vida política y cultural también se mantuvo escondida. Parece probado que el primer presidente del país, Bernardino Rivadavia, era mulato. Lo más llamativo es descubrir que la abuela del prócer europeísta y racista Domingo F. Sarmiento era negra. Observando los rasgos faciales del ex presidente su origen parece evidente pero nunca se había mencionado.
 
Manteniendo los orígenes
Las asociaciones de caboverdianos, que representan a una colectividad que supera las 10.000 personas, siempre han sido las más activas a la hora de intentar mantener su identidad. Últimamente han aparecido otros grupos, tal como la Asociación Misibamba, que contribuyen a la difusión de la cultura con raíces africanas y al conocimiento del papel de los negros en la historia y la sociedad argentina. Desde hace una década se publica la revista Quilombo que difunde el arte y la cultura afro desde Argentina.


En los últimas décadas la influencia africana ha venido a través de otros lugares de América. El reggae, la capoeira, el candombe, y otras expresiones culturales  se han hecho populares en el país sudamericano y han colaborado a redescubrir las raíces afro de la propia cultura argentina.

domingo, 8 de julio de 2012

¿Qué fue de los negros de Argentina?


La población de origen africano en Argentina, descendiente de los esclavos de la época de la colonia, es a primera vista inexistente. Los pocos afroargentinos que se reconocen como tales son descendientes de inmigrantes caboverdianos que llegaron al país durante la primera mitad del siglo XX. En los últimos años, inmigrantes brasileños, dominicanos y africanos han hecho que ver personas negras por las calles ya no sea motivo de curiosidad.

Hay muchos factores de determinaron la desaparición de una población afrodescendiente que en la época de la independencia alcanzaba un tercio de la población en Buenos Aires y que superaba la mitad de los habitantes en algunas provincias del noroeste.

El primer factor que incidió en el declive fue la muerte en la guerra. Parece ser que durante la Guerra de Independencia fue muy importante el número de soldados negros: de los 2500 soldados negros que iniciaron el cruce de Los Andes regresaron con vida sólo 143. Las familias acomodadas enviaban a “sus negros” a defender a la patria, en lugar de exponer la vida de sus hijos. Hay que tener en cuenta que aunque la esclavitud fue abolida oficialmente en 1813, en la práctica las relaciones esclavistas tardaron décadas en extinguirse. Se puede añadir que la incorporación al ejército era una forma de escapar de las miserables condiciones de vida para muchos negros. Este factor es fundamental y muy pocas veces considerado porque la pobreza se tradujo en una alta mortalidad y en una muy baja natalidad. Según los nuevos estudios, durante décadas la fecundidad de las negras en Argentina fue bajísima, hecho raro entre los humildes. Esto lo explican argumentando que las mujeres negras no querían traer hijos al mundo en la penosa situación en que se encontraban.

Otra guerra y más muertes: la contienda que más vidas afroargentinas se cobró fue la fratricida guerra con el Paraguay (1865-1870). El ejército argentino en el frente estaba compuesto por batallones de negros que fueron diezmados durante la lucha.
l año de terminar la guerra, una gran epidemia de fiebre amarilla traída por los soldados que regresaban del Paraguay  se cebó con los más pobres de Buenos Aires, es decir, con los afrodescendientes. Anteriores epidemias de cólera y fiebre amarilla ya habían causado miles de muertes. Poco después, era común ver a los antiguos combatientes mutilados pidiendo limosna, mientras sus mujeres eran vendedoras ambulantes o lavanderas.
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Otro hecho clave fue la gran ola inmigratoria europea que recibió Buenos Aires a finales del siglo XIX y principios del XX. Los nuevos habitantes explicarían el declive de la población negra en la ciudad. Primero, porque estadísticamente se veía reducida y segundo, porque los inmigrantes, también pobres y sin los prejuicios raciales de los nativos, no tuvieron problema en formar familia con afrodescendientes. 
  
Todos estos hechos produjeron una reducción absoluta y relativa de los afroargentinos en la población y al mismo tiempo que los rasgos se fueran perdiendo debido a la gran mezcla entre inmigrantes y nativos. Igualmente, se calcula que hay cerca de dos millones de argentinos descendientes de africanos, aunque pocos de ellos son reconocidos o se reconocen como tales. 


Mientras que en muchos países de América los negros fueron obligados a ocupar el nivel inferior en la  escala social, en Argentina a mediados del siglo XX, los mestizos pobres que emigraron del interior del país a Buenos Aires conformaron esas capas populares. Desde entonces, el hecho de que no haya negros no es suficiente para que no existan los insultos racistas relacionados con los negros. Llamativamente los destinatarios de esos insultos, muy habituales en el ambiente futbolístico, son los mestizos. Por eso ser llamado de “negro” en Argentina generalmente implica una descalificación por tener rasgos indígenas y orígenes sociales humildes.

viernes, 11 de mayo de 2012

Hay alternativas


Útil, ligero pero algo repetitivo. Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España es un libro que todo ciudadano español debería leer porque HAY ALTERNATIVAS a la receta actual para salir de la crisis.

El mensaje más claro que deja el libro es que más allá de las hipotecas subprime, las causas de la crisis hay que encontrarlas en el desenfrenado aumento de los mercados especulativos, la reducción de la proporción de la renta del trabajo en el conjunto de la economía y como consecuencia la pérdida de importancia de la economía real en beneficio de las finanzas. Por todo ello, si reducimos el poder adquisitivo de los salarios para ganar competitividad en pos de salir de la crisis, lo único que vamos a conseguir, si se consigue salir, es facilitar y profundizar la próxima crisis.

El libro cierra con 115 propuestas, algunas imposibles de llevarlas a cabo como la idea de constituir un gobierno mundial que reduzca el poder de las multinacionales. Otros, sin embargo, son medidas que en esta situación de emergencia del empleo son más que razonables: Prohibición de los despidos improcedentes en empresas con beneficios; Reparto del tiempo de trabajo y disminución de la jornada laboral; e incrementar los presupuestos técnicos de Hacienda para luchar de verdad contra la evasión fiscal.

Hay alternativas se puede descargar gratuitamente desde la página web de ATTAC, asociación que lucha contra la especulación financiera global. Creen que hay alternativas: Vicenç Navarro, Juan Torres López y el prometedor diputado de Izquierda Unida, Alberto Garzón Espinosa.

viernes, 4 de mayo de 2012

Una mala persona, un excelente empresario


La biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaccson es un interesante libro resultado de una buena mezcla de la vida personal y profesional de Jobs, y una buena dosis de administración de empresas e historia de la informática.
Walter Isaacson nos presenta un Jobs mentalmente inestable y maleducado; un jefe déspota, contradictorio pero que sabía vender y sacar lo mejor de su equipo; un pésimo padre y compañero, pero un empresario intuitivo, visionario, perfeccionista; un emprendedor, planificador y creador. En resumen, una mala persona pero un excelente empresario.

Jobs supo reunirse de los mejores y formar buenos equipos en empresas bien integradas con objetivos comunes. Valoraba la comunicación cara a cara sobre todo para el surgimiento de nuevas ideas. Sostenía que había que concentrarse en tres o cinco productos y hacer que fuesen geniales. Para ello había que involucrarse y poner la atención en los pequeños detalles. Supo asociarse con empresas (Microsoft, Disney, discográficas) que supuestamente eran corporaciones contrarias a su mentalidad empresarial.

El control absoluto del producto, propuesto por Job como integración del hardware y software para su mejor funcionamiento se traduce en la esclavitud del consumidor. Que el ipod no permita copiar los archivos a otro dispositivo con la excusa de que alguien comparta sus canciones con los amigos, muestra el perfil de los clientes que aceptan la disciplina de Apple y la ideología nada rebelde de Jobs.

La obsesión de Jobs por el control se hizo evidente que tenía fines económicos al impedir que los apps de los medios de comunicación incorporaran enlaces externos en el ipad.  La censura en el ipad quitó la careta a Apple y el apetito de control atrapó a los clientes de Apple en itunes.
Su obsesión por el diseño le impidió colocar un grabador de cedés en los primeros iMac porque prefería los estilizados reproductores de ranura a los clásicos de bandeja.

El éxito de Apple

El ordenador personal es  un artefacto que los consumidores usan en su espacio privado (hogar o estudio) y por ello no están dispuesto a pagar un importante sobreprecio: son productos que no pueden mostrar, no pueden presumir de ellos y fracasaron a pesar de las millonarias campañas de márketing.
En mi opinión, el éxito de Apple surge con sus artefactos portátiles (ipod, iphone, ipad) con sobreprecios de “solo” decenas o cientos de dólares lo que hizo posible que los consumidores estuviesen dispuestos a pagarlos para exhibirlos. Por esa misma razón son numerosos los fracasos de Apple: teléfonos táctiles de escritorio, Apple TV y otros dispositivos que no se pueden exhibir.

El libro tiene evidentes omisiones. Una es la obsolescencia programada de los productos de Apple. El caso más conocido de obsolescencia es la batería (que no se puede cambiar) de los ipod, diseñada originalmente para durar entre 8 y 12 meses. Isaacson también pasa por alto las limitaciones e incompatibilidad de los ordenadores de Apple y los problemas que sufría el usuario medio. Otra omisión es el proceso de deslocalización y tercerización de las fábricas de Apple, la sobreexplotación, las horrendas condiciones laborales y los suicidios de los que fabrican sus productos en China.

La pregunta final sería: si todo lo inventaba, diseñaba y lo mejoraba Jobs y lo fabricaban empresas externas, ¿para qué contaba Apple con 12.000 empleados?

“Cuando todos los demás estaban recortando presupuestos, decidimos que nosotros íbamos a invertir a lo largo de aquella etapa de depresión. Íbamos a gastar dinero en investigación y desarrollo y a inventar productos nuevos para que, cuando la recesión tecnológica llegara a su fin, estuviéramos por delante de la competencia.”
Steve Jobs

viernes, 30 de marzo de 2012

Maquetación al servicio de la ciencia

Durante 2010 y parte del 2011 estuve realizando la maquetación de The Spanish Journal of Psychology y de su suplemento en español, Psychologia Latina. Fue un importante trabajo profesional como maquetador y todo un reto porque había que maquetar nuevos contenidos con las reglas establecidas  con anterioridad sin contar con la plantilla correspondiente. Cada volumen de The Spanish Journal of Psychology consistía en más de 50 artículos y aproximadamente 500 páginas. Los artículos solían tener varias tablas y gráficos que había que adaptar a las normas no escritas de la publicación. Como todos los artículos se publicaban en inglés había que adaptar la numeración a su sistema y que generalmente era obviado por los traductores. Por ejemplo: cambiar las comas por los puntos y eliminar el 0 a la izquierda de los decimales. Por ejemplo, un 0,5 en castellano se transforma en un .5 en inglés. Otras normas desconocidas por mí hasta el momento, por ejemplo los espacios entre los signos matemáticos y la cursiva para los signos estadísticos, tuve que ponerlas en práctica. También había que adaptar la bibliografía a las normas APA.
En resumen, fue una experiencia gratificante de 100% teletrabajo donde pude profundizar mis conocimientos de maquetación, el uso del software Adobe Indesign y las normas de redacción científica.
@gustavojaviervazquezalvarez